Ricardo Campos

Paisajes desolados, visiones apocalípticas. Máquinas abandonadas, terrenos áridos. La pintura de Ricardo de Campos, en los últimos años, derivó en un ambiente telúrico marcado por la devastación. 

El ser humano ha utilizado de forma vil los recursos que la naturaleza le ofrece. Las personas son utilizadas como máquinas y dejarlas al abandono cuando dejen de ser útiles. Esta metáfora se intuye en esta serie de pinturas, donde los paisajes contaminados por la transformación humana entran en estado de degradación. El espacio urbano es tomado por la masificación de la imagen, convirtiéndose de esa forma en un espacio desolado y de casi ausencia de vida.